jueves, 27 de agosto de 2009

Llevando a desayunar a las tias y a mama...

6 enero 2008, Chalatenango.
Hoy he tenido una regresión… la calle Miguel Placido Peña se descascara y la vieja capa de cemento resquebrajándose me ha dejado ver la todavía mas vieja capa de empedrado… esta era la calle donde yo vivía, donde salía a jugar mica, ladrón librado, cuartillo de aceite y “de donde vienes, de Nueva York, que oficio traes, ya lo verás…” El tiempo ha corrido para atrás y he vuelto a ser aquella niña agarradita de la mano de la abuela Chabe rumbo al Kinder; aquella preadolescente gordita y tímida que llevó un libro a la fiesta de despedida del sexto grado en la Escuela de Varones Felipe Solano; aquella adolescente esbelta en que se convirtió la gordita, que una vez salió de casa con un rulo puesto en la cabeza y regreso avergonzada a quitárselo… esta historia la contaré un día de estos… también volví a ser la chica que se fue para San Salvador y la que regreso cada fin de semana por varios años, hasta que ya no se pudo por múltiples causas… he pasado frente a la puerta de la iglesia, asomándome para ver si descubro algún rostro conocido, he llegado a la plaza y me he parado unos segundos para ver de nuevo el parque que estando en México y en Costa Rica siempre recordaba cuando escuchaba la canción de Mejía Godoy… volveré a mi pueblo… la niña y su triciclo rojo andan por ahí mientras la banda regimental toca un vals, la niña entra al cuartel con su padre gobernador departamental y come semillas enlatadas, embutidos y galletitas con jamón del diablo… la adolescente entra de nuevo al cuartel, tiene catorce años, es candidata a reina de los militares y anda por ahí haciendo practicas de tiro al blanco… pero la joven mujer de menos de treinta siente una estocada en el corazón, ve el ataúd recordando lo que paso en julio de 1981con su padre… el cuartel me hace tener recuerdos contrapuestos, lo recuerdo pintado de verde olivo, hoy me parece un circo pintado de azul y celeste… el cuartel ha sido escenario de veladas y fiestas de gala, pero además el sitio donde sabemos que fue torturado y asesinado mi padre… la niña gordita ve la alcaldía, y recuerda el salón de la gobernación departamental en el extremo izquierdo del edificio, pero la adolescente llega a un “baile”, entra bailando, baila con los primos Lito y Tony, con los amigos, con un novio de ojos verdes y sale bailando… me he atravesado la calle como cuando la niña iba a la casa de la mama Lola, o la adolescente visitaba la casa de los Lainez para ver aquel chico de ojos verdes que había llegado de Morazán… si mi abuela hubiera estado hoy ahí, habría dicho que andaba pajareando… Pajareaba entonces por el portal próximo al parque, recordando la farmacia que estaba en la esquina, una de las tres en el pueblo, la de Don José y la Niña Chabelita Castro, me recuerda mi madre… donde hoy la Comercial Deras ofrece todo tipo de electrodomésticos; doy unos pasos mas y me encuentro en el portal del almacén del padre de la Elvy Rodríguez, y descubro que la cámara del banco procredit nos observa… sigo pajareado y casi veo la “cama” con la venta decasitodo de la mama Lola en el portal del negocio de Don Buenaventura Manzano y recuerdo los olores a dulce que salían de lo que era una fuente de soda… encuentro dos o tres comerciales mas abarrotadas de planchas para echar tortillas o pupusas, muebles de sala y comedor, cocinas, refrigeradoras y otros electrodomésticos, antes de llegar al Banco Agrícola, ahí donde estaba, creo, una de las Escuelas del pueblo. ¿la Luciano Morales?… me atravieso una calle angosta, veo a mi derecha, si, ahí sigue el lago Cerrón Grande… a mi izquierda una esquina y la yo niña parece ver a la Talita Navarrete asomándose por un balcón… veo un Deposito de Telas a mi derecha y al otro lado de la calle una venta de calzado MD y tanto la niña como la preadolescente recuerdan la compra de cortes en los almacenes donde te envolvían las telas dobladas en papel de empaque atado con cordel, las idas a la costurera subiendo la cuesta hacia el barrio San Antonio donde había una cantarera, las idas al zapatero para que te tomase medidas, porque si, los zapatos los hacían los artesanos zapateros, a la medida y según las hechuras que podías escoger de una revista… doy otros pasos y encuentro otra Comercial que me ofrece camarotes de metal y madera, camas enjuncadas y productos LG, y la niña huele a pan recién salido del horno de la panadería de la Niña Adelita Montalvo… para la gordita preadolescente, nada tiene que ver ese musicon que sale de la comercial de la Omnisport que anuncia en las paredes productos Sony, con la casa de Don Bernardo Rivas, el ebanista que fabricaba los ataúdes para los muertos del pueblo… unos pasos mas y la adolescente se atraviesa la calle y cambia de portal para no pasar por la esquina donde Tomas Herrera esta viéndola con malicia… y nada que ver con la tienda de dulces que la adolescente recuerda o la pulpería donde se compraba sal y cereales de la familia Barquero que la tía Angélica y mi madre recuerdan, con la fachada y los olores a aceite rancio que salen del Pollo Campero… la mujer adulta que soy escucha la historia que ni la niña, ni la preadolescente ni la adolescente escucharon… aquella familia Barquero murió casi completa en aquel accidente cuando el cable de la barcaza que atravesaba el río Lempa se rompió un día de agosto de mil novecientos tanto, para entonces no había puente en el Lempa y para atravesarlo los vehículos debían embarcarse en la barcaza, recuerdan… vuelvo la mirada hacia la esquina y la adolescente ve la prima Normy y a sus amigas Angelita Calles, Bessy Corado y Margarita Rivas, cuchicheando sentadas en la acera… esa esquina no tiene nada que ver con la de hoy día, ruidosa, caótica, mal oliente y llena de gente que sube y baja de los buses… al otro lado de la calle la preadolescente no ve una Despensa Familiar, ve en la puerta de la casa de los hermanos Durán, la niña Soledad y Don Francisco, a la madrina Marina de Lainez, alta y elegante, entra en la casa y ve la mesa bien puesta y esa novedad, cubrir la comida con cedazos como de mosquitero para que no la jueguen las moscas… la preadolescente se asusta con aquel beso que el padrino Esteban le da en plena boca y se queda callada intentando entender que ha pasado… allá al final de la cuadra, buscando para la salida del pueblo, la niña recuerda las sesiones de niños y niñas que esperábamos por las dolorosas vacunas y el quirófano donde le quitaron un pedacito de la pantorrilla izquierda; pero la adolescente se recuerda haciendo voluntariado poniendo gotitas de la vacuna de la polio, y recuerda al chico de ojos verdes que regresa con olor a pasta colgate para seguir apuntando los nombres de los niños vacunados… volvamos a 2008 que la familia nos espera, Tony también seguramente reclama nuestra presencia en la funeraria…

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