lunes, 10 de agosto de 2009

Jesús Reyes y otros recuerdos de 1990 y 1992 (Julio 13 de 2009)

Supe que murió Jesús Reyes… biólogo, inteligente, con mucha capacidad de análisis, bebedor… alcohólico.

Era menor que yo, no se en cuantos años, pero pocos. Lo conocí en el departamento de Biología, como instructor de biología general, relativamente de baja estatura, sin llegar a ser chaparro; bastante moreno, sin llegar a ser negro; flaco, pero sin serlo tanto como para parecer esquelético y medio barrigón e hinchado de la cara, la ultima vez que lo vi, seguro por el exceso de cervezas… solía sentarse en la entrada del edificio de Biología, junto con Nilton, Miguel Salazar y otros que usaban su creatividad para inventar chistes y historias… o simplemente se reunían para ver pasar a las estudiantes, quizás enamorarlas. Un día que me dirigía a la entrada, caminando por el pasillo, prolongación del corredor del entonces (hoy Escuela) Departamento de Física, Jesús me observo como nunca me ha gustado que me observen los hombres, con malicia… y al tenerme cerca y ya casi cuando le metía la bronca, me dijo, hoy he entendido tu estrategia, Quezada. Te pones faldas largas pero transparentes, que dejan ver el contorno de tus piernas, para que imaginemos lo demás… siempre me llamo por mi apellido, se oía ordinario, Quezada, sin embargo era de los colegas con los que me gustaba conversar…

Eramos ideológicamente cercanos, creo que había sido miliciano o pertenecía a alguno de los cinco partidos de la izquierda que conformaron el Frente… alguna vez me contó que lo habían operado del corazón, porque le estallo muy de cerca una bomba y no se que efectos tuvo en su ”chacalele” yo no puse atención porque a veces lo encontraba mentiroso, lo que decimos aquí “pajero”…

Dos actividades compartí con Jesús Reyes; la primera, escribir Perspectiva Ecológica la pagina ambientalista que nos ofreció Francisco Valencia, el entonces y todavía actual director del Diario Latino, Colatino ahora… la pagina se publicaba los jueves y los textos debían ser entregados a mas tardar a media mañana del miércoles… así que nos reuníamos el Jesús y yo, los martes, en una cervecería cerca de la UES, allí por el Hospital Bloom, enfrente de lo que hoy son los famosos edificios morados que albergan clínicas medicas, era un sitio bonito que frecuentábamos para almorzar con las amigas biólogas, no muy a menudo, pero cuando se podía o había alguna excusa para celebrar… no me acuerdo como se llamaba el lugar, algo como Fernando o Federico… entremeses de… no se, ahora invento… por la tarde había cerveza con “boquitas” y allí nos íbamos a conversar con el Jesús, sobre un tema que alguno de los dos proponía, hablábamos, discutíamos, analizábamos, el con su cerveza en la mano y con su cantaleta, “tomate una birria Quezada, están bien heladitas”, “vos si que sos aburrida” , yo con mi coca cola intentando explicar, y creo que nunca entendió, que si tomaba cerveza me dormía y se acabaría la charla… con ideas esbozadas en un papel, escritas a mano, me iba a la casa y escribía, entonces en una maquina manual de escribir, en esa que había comprado en Siman para que Manuel y Rodrigo aprendieran mecanografía en el Externado San José…

La segunda experiencia compartida con Jesús fue el curso de métodos de investigación social con enfoque materialista histórico… ahí estuvimos con Pablito Castro construyendo objetos de estudio, analizando la realidad con el enfoque materialista dialéctico, y así compartimos cada jueves esos viajes de campo que comenzaban en la terminal de buses de oriente, llegábamos temprano a Suchitoto y caminábamos los 20 o 22 kilómetros por la calle de tierra, hasta salir a la carretera de pavimento, la troncal del norte, a la altura de Aguilares, pasando por las comunidades de Aguacayo, La Mora, y un par mas que ya el Alzheimer borró de mi memoria…

En el primer viaje que hicimos vi Aguacayo en ruinas, el pueblo solitario con la iglesia derruida, una campana por ahí, tirada entre escombros de tejas y adobes carcomidos por la lluvia… vi paredones que habrán sido casas, la punta de un zapato emergiendo de entre un paredón, la suela de otro, por allá, restos de una olla o un comal de barro… pensé en la gente que vivió y perdió su casa, sus cosas, su espacio, sus ocupaciones, sus esperanzas, la vida… me puse a llorar imaginando que, quizás en donde estaba parada habría alguna vez estado otra mujer haciendo dulces de colación… Jesús solo dijo "aquí habrá que tener cuidado donde nos paramos, quizás es mejor no salirnos del camino”…

Los viajes con Jesús fueron varios, nos servían para entrevistar a la gente y conversar sobre sus perspectivas en esa época de re-construcción, recién firmados los acuerdos de paz… recuerdo que en casi todos había mucha esperanza y mucha energía para continuar, como si la guerra no les hubiera cansado o agotado, y mas bien les hubiera dado mas fuerza e impulso… muchas veces llegábamos hasta la troncal, caminando, a ratos a pleno sol y a ratos protegidos bajo la sombra de frondosos árboles; encontrándonos con chuchos pulgosos y vacas flacas, uno que otro muchacho en bicicleta, una llovizna que nos mojaba la espalda, mariposas y pájaros que nos robaban la atención y nos sacaban de la conversación de nuestros hallazgos…

A ratos nos íbamos callados, quien sabe en que pensaba Jesús, pero yo pensaba en Geovanni allá en Guazapa, imaginándolo sentado en el caballo que finalmente ocupo por eso de su hernia en la columna, mordiendo una cebolla como alguien me contó que lo hacia a falta de cualquier otro alimento… y recordaba mis días en aquella casa en que viví en 1982 y el saludo matinal que hacia al cerro Guazapa en recuerdo de mi hermanito querido… otras veces teníamos suerte, y un pick up o un camión nos daba ride, acercándonos de una comunidad a otra, o nos llevaba hasta Aguilares…

Cuando llegábamos a pie, al llegar al ingenio se me pasaba el cansancio y comenzaba a pensar que ya llegaríamos a Aguilares y en la horchata helada que nos tomaríamos, siempre en el mismo lugar, antes de tomar el bus de regreso a San Salvador… increíble, la noticia de la muerte de Jesús Reyes, abrió un pasillo ya olvidado en el laberinto de mi vida… ahora que voy cada domingo a Chalatenango, desde el redondel de la Integración, saliendo de la calle Constitución, veo Guazapa, y no había recordado esta parte de mi historia…

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