martes, 8 de septiembre de 2009

Amanecer de un día gris...

8 de septiembre de 2009.
Me despierta Rodrigo, solo unos segundos antes de que suene la alarma, cosa rara que como dijo hay que filmar para creer, porque soy yo la que siempre pelea con el para que se despierte y se levante… me levanto y abro la puerta de casa, el cielo esta gris y se oyen truenos, por algún lado llueve, pienso… veo a Jimena, ya en uniforme y me alegro que ya este bien, le informo a Bea que truena, quiero decir que es señal que va a llover y que la niña tiene que ir preparada, pero los genes made in marinabaires de la Bea me responden que si, que ya sabe… le falto decir “obvio”, pero la expresión de autosuficiencia y tono de voz lo dicen todo… me dirijo al patio trasero y Odie se abalanza sobre mi, no responde a mis ordenes de permanecer sentado, corre hacia el arriate (no se de donde sale esta palabra que siempre he usado para hablar de la sección con tierra, lista para la siembra de ornamentales que ha quedado pegado al muro de mi casa, es el jardín…) Odie busca su hueso, me gruñe y pasa de mi, esta mas interesado en su hueso nuevo… me voy al jardín de la parte anterior de casa, sigue tronando, noto que no me disgustan las cuatro sillas y la mesita de hierro que ocupan el pequeño espacio debajo del árbol de morro, antes creí que podrían verse muy amontonadas… paso revista al arriate y hay algo diferente… han quitado del arriate la olla con la planta de flores moradas… me molesta mucho, mucho… mi mama no entiende que esto es parte del diseño de mi jardín, y me molesta… voy la habitación de mama y menos mal que esta dormida… reflexiono sobre la paciencia que debo tener para mantener la armonía en las relaciones familiares, pero pierdo la paciencia cuando pienso que ese ejercicio solo lo yo lo hago conciente… sirvo café para Rodrigo y para mi, me siento a ver las noticias y agradezco que las energías negativas de esta mañana gris no me enfrenten con Rodrigo también…

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