lunes, 6 de julio de 2009

La casa de la Mama Lola

La casa en la que creció la abuela María Isabel, ha quedado en mis recuerdos de niña pequeña como esa de una sola pieza con piso de tierra, separada en dos por un cancel que año con año se vestía con las portadas de la revista dominical del diario de hoy, Hablemos… paisajes, rostros de niños o mujeres guapas, cantantes o artistas de la época, entre otras imágenes, adornaban aquel hogar humilde… detrás del cancel, dos catres con tiras de cuero peludo y petates, un ropero y un baúl, en la sala solo recuerdo las banquetas o cucas, quizás una hamaca, porque eso de los muebles de sala acolchonados y forrados de tela roja, fue mas tarde, cuando yo ya era una adolescente que visitaba el pueblo y me quedaba a dormir en la casa de la Mamita Lola… la casa tenia también un corredor en L en el cual se disponía una mesa para comer, forrada de plástico con diseños alusivos a la cocina, a la derecha, saliendo de la sala; y la hornilla o el poyetón donde la abuela Lola cocinaba con leña, por ahí, una repisa donde recuerdo haber tomado sal gorda de un bote de vidrio con tapa mohosa, la misma repisa que un día rescate de la leña, ya lista para terminar en el fuego del poyetón que permaneció siendo la cocina por bastante tiempo, y que hoy esta por ahí en mi casa, pintada con chilacote y con los diseños pirograbados de Franklin… al final del corredor estaba la letrina, de fosa, bien limpia siempre, con el papel periódico bien cortadito en cuatro partes por pagina, ensartados en un gancho de alambre (entonces, los pobres no usaban papel higiénico)… a un lado del cuartito de la letrina, la pila con su diseño bonito de donde surge el chorro, que todavía se conserva hasta ahora, a pesar de que la pila ha sido vuelta a construir… al lado de la pila, pared de por medio y también con el piso de tierra, por aquella época de finales de los años de 1950, estaba el cuarto del papita Peita, Expectación Hernández, de quien también tendré que escribir uno de estos días… el patio de la casa lo ocupaba un frondoso árbol de limas, de esas limas de chichita que ya no se suelen ver en el mercado, de cáscara verde y arrugada o borronosa (o sea, lo opuesto a liso, pues)… había que saber como pelar y comer estas frutas para que no supieran amargas al paladar… la casa es pequeñita, pero también tenia un arriate con flores, yo recuerdo las chulas moradas, mi mama recueda las rosas poliandras… también mis recuerdos develan pocos de leña a un lado del corredor y a las amigas de las tías Con y Mina, que vivían al lado, Raquel y xxxx xxxx… parece que las veo asomándose por el paredón que separaba las dos casa, y poniéndose de acuerdo para ir al baile o que se yo para contarse que cosas…

A mi me gustaba ir a la casa de la Mamita Lola… en alguna época, que ya no se cuando, en el cuarto en que mis recuerdos ubican al papita Peita, vivía la tía Angélica con el tío Carlos… pero eso habrá sido lejos en el tiempo, porque cuando era adolescente, quinceañera, los tíos ya habían comprado su casa, que es donde hoy tiene la panadería la Juanita Corado de Caballero, la esposa de mi primo Rene Antonio, Tony, como cariñosamente le nombramos siempre… hay por ahí una foto que para el día de mi fiesta rosa nos tomamos con mis primas Norma Isabel y Ana Mercedes en el patio de esa casa, encementado, pero con un arriate al centro, con una planta de mediana altura que creo podrá haber sido un narciso o un clavel… decía que me gustaba ir a la casa de la Mamita Lola… caminábamos los tres o cuatro cuadras que la separaban de nuestra casa en la calle Miguel Placido Peña, en horas de la tardecita, por las calles empedradas de mi pueblo o por los portales… parada en la puerta de esa casa caí en la cuenta que los días no duran lo mismo a través del año, esto fue porque desde la puerta, viendo para la izquierda se ponía el sol y llegando a la misma hora, algunas veces era posible ver el atardecer, mientras que otras veces no, porque no había pasado, o porque ya…

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