lunes, 6 de julio de 2009

La abuela María Isabel Alvarado (Noviembre 8 de 2008)

La Mamita Chabe era menuda y bajita, huesuda de flaca, no creo que pesara más de 100 libras… tenia los ojos chiquitos, la piel morena, el cabello fino y escaso, liso y largo, recogido en un moño chiquito arriba del cuello. Le faltaban dientes y usaba prótesis, los juanetes en sus pies no aguantaban los zapatos cerrados y la recuerdo siempre de sandalias.

Con la Mamita Chabe salía a pasear de chiquita… esto me lo habrán contado porque entonces habré tenido menos de dos años; fue antes que naciera Francis (para recordar el nombre que usaba la Mamita Chabe para llamar a mi hermano Francisco)… paseábamos por el pueblo mientras mi mama y mi papa dormían la siesta… que lujo el de entonces, dormir la siesta… recuerdo esta hora del medio día en el pueblo: el calor, las calles desiertas, el silencio… las oficinas, la alcaldía, la gobernación, las escuelas, las farmacias, los almacenes cerraban sus puertas; los empleados, los profesores y toda la gente se iba a almorzar a sus casas… quizás solamente el mercado, conservaba un poco de vida a aquella hora del día, pero aun así se silenciaba en relación a las horas de la mañana, cuando el bullicio alcanzaba a llegar hasta mi casa, a unas dos cuadras de distancia… pero por aquellos días, mi abuela me sacaba a dar la vuelta por el pueblo, alguna vez me contó que me llevaba a dar la vuelta por la ronda que habrá sido dar la vuelta en circulo por las calles laterales, por donde en aquella época el pueblo terminaba, o sea darle la vuelta al pueblo, pasando por la maraña, donde recuerdo una cancha de básquet; el barrio El Calvario, a la salida del pueblo para los cantones, Los Ranchos, San José Las Flores, Las Vueltas… allá por donde sigue estando lo que fue la Escuela Felipe Solano y que ahora con eso de que los héroes de la patria van cambiando, ya le habrán puesto otro nombre… el barrio San Antonio, donde había una plaza empedrada y una cantarera, una gran pila para recoger agua que he visto repetida en afiches, uno en la casa de Francisco y Ondina…

En uno de esos paseo me hicieron ojo... decía la abuela que yo le gustaba a la gente y que en estos paseo muchos me miraban, alguno entonces con mirada fuerte me vio y no me chineó… habrá sido un juereño (fuereño o alguien de afuera de la ciudad), como se refería la abuela a la gente que llegaba de los cantones… habrá sido también la Mamita Chabe la que me habrá llevado a sobar para curarme del mal de ojo…

En esos paseos, me llevaba a la casa de Don Napo y de la Niña Justa, aquellos vecinos de la primera casa de mis padres, porque si no, de donde habré sacado el recuerdo tan vivito de la niña bebe entre tiras de cuero peludo para los camastrones, los cinchos y el olor a cuero, las pitas y lazos, que me vinieron a la mente en uno de esos intentos de regresión a mis vidas pasadas?

Recuerdo a la Mamita Chabe llevándome de la mano al Kinder, bajando la cuesta desde la esquina de nuestra casa en la Calle Miguel Placido Peña, hasta la siguiente esquina… yo me agarraba de la suya y la jaloneaba para que entrara conmigo hasta al patio del Kinder porque el pasillo de entrada me espantaba... yo veía gente muerta en el pequeño cuartito al lado derecho del pasillo de entrada, donde había una cama de arena… la mano de la abuela me daba seguridad, y pasaba este pasillo corriendo y sin voltear a ver, para no asustarme con los fantasmas de la cama de arena.

De chiquita también me acuerdo del arroz con leche y de la leche poleada que nos preparaba la Mamita Chabe; del atol de piñuela, del tiste mezclado con agua o con leche y cubitos de hielo que batía con un molinillo de madera, ese polvo rojizo que ella misma preparaba tostando maíz blanco con canela y cacao y tiñendo con achiote…

Para la Mamita Chabe, yo era una niña contumeliosa, su manera de decir que daba problemas con la comida y que no comía cualquier cosa… porque hubo periodos en que me faltaba el hambre, no se me apetecía nada para comer… también por las maneras de comerme las tortillas con frijoles: untaba la tortilla con los frijoles molidos, la cortaba en pedacitos y me la comía a bocaditos.

Para la Mamita Chabe, también fui una adolescente absoluta, arrestosa y licenciosa, su manera de decir que siempre me salía con la mía, hacía lo que se me venía en gana, y que era rebelde…

La Mamita Chabe usaba palabras raras, como zonto para denotar la falta de pareja: ya dejaste zonto el arito… o chulunco para hacer referencia a algo que era corto, cuando una crecía, los vestidos llegaban a quedarte chuluncos, cortos pues… ya no recuerdo si también eran chuluncas mis minifaldas de la adolescencia que tanto la enojaban por indecentes…

La Mamita Chabe tenía un buen sentido del humor. Le recuerdo riéndose sola por alguna frase en doble sentido, como aquella pregunta que le hacia a mi papa como quiere que le haga los huevos?... no fumaba, como lo hacia la Mama Lola, su hermana, pero le gustaba tomarse los traguitos de guaro… alguna vez la escuche que antes se iba al estanco y el guaro te lo vendían en picheles que tenias que llevar para traerlo…

Recuerdo el cuarto de la Mamita Chabe en la casa del pueblo… era el último del corredor, el mas cercano a la cocina, su propio reino… la abuela guardaba la ropa en un baúl de madera que olía rico, que ya quisiera haber conservado y que seguramente se perdió entre las cosas que saquearon de la casa de la finca cuando murió mi padre… su catre o camastrón, como le decía a su cama, era de madera con tiras o cintas de cuero peludo y petate… todavía puedo recordar el olor al petate… no recuerdo que su cama tuviera colchón, pero si recuerdo sus colchas y frazadas chapinas, coloricas… entre sus pertenencias estaba el San Antonio en bulto, el santo de madera con sotana pintada de azul que guardaba en el camarín de madera al estilo iglesia con todo y torre de campanario que le hiciera mi padre… al tal San Antonio le prendía velitas y candiles de aceite… el santo desaparecía del camarín cuando mi hermano Roberto lo sacaba a pasear, para jugar con el…

Si, la cocina era el reino de la Mamita Chabe… cocinaba rico, quizás aprendiera en su época de cocinera de la casa de los Lainez, para donde se fue huyendo del pueblo a causa del mal de amores… ella relataba que cuando llego a esa casa que era la de Marina Rivas de Lainez y Esteban Lainez, quienes fueron mis padrinos, en la Droguería se lavaban a mano los botes para la Bacaolina… me gustaba oír esos cuentos porque yo me hacia farmacéutica… me imaginaba que era la dueña de una droguería y que envasaba ungüentos y jarabes… La Bacaolina era un jarabe reconstituyente a base de aceite de hígado de bacalao, de ahí su nombre… era la Droguería Lainez que por la época de la abuela estaba en algún sitio en el centro de San Salvador, y cuando yo la conocí, en la Colonia La Rabida…

La Mamita Chabe cocinaba rico cualquier tipo de porquerías como los sesos de res hechos puré, untados en rodajas de pan tostado y rociados con migas tostadas, horneados al horno... es que ahora mismo no se como era capaz de comerme tal cosa, pero que estaba rico, lo estaba. También recuerdo los rellenos de chile verde o los enrollados de carne de cerdo picadita, las albondigas y el salpicón con hierba buena, la carne de cerdo adobada en jugo de naranja agria, clavos de olor, ajos y no se que otras yerbas y especias; la sopa de los bagres que traía de la pesca mi padre, el arroz aguado con tunco, las albóndigas de carne con arroz, las chuletas de carne molida con su respectivo trocito de tortilla frita... para los desayunos nos daba merienda... allí los trocitos de todo y las morongas o morcillas con bastante hierba buena... también hacia tripas en salsa de tomate con papas o garbanzos, mas ricas que los famosos callos a la madrileña que alguna vez me sirvieron en España...

La Mamita Chabe era una mujer emprendedora, cuajaba la leche con pastilla de cuajo, le sacaba la crema o mantequilla y hacia cuajada y requesón; por un tiempo tubo una exitosa industria de elaboración de paletas... hasta quiso engordar tuncos con esa idea rural de que los cerditos son un ahorro para los tiempos difíciles... recuerdo bien el pleito de mi papa con su suegra, o sea la abuela, cuando descubrió que en la cocina de su casa se engordaba un cuche, hasta que el cerdo se fue de la casa... ya aquí en San Salvador, se empeñaba en echar tortillas en comal, encendiendo fuego en el patio y mas de una vez hizo tamales por encargo...

La recuerdo con un trapo enrollado en la cabeza, a modo de turbante... y me pregunto si siempre le dolía la cabeza... de ella aprendí que las hojas de salvia, calentadas al comal y puestas con un poco de vick en la frente, son buen remedio para el dolor de cabeza, la jaqueca o la migraña, ella se las aplicaba en la frente, amarrándoselas con un pañuelo... ella también me enseño que la linaza es buena contra el estreñimiento y que el culantro saca los gases y es bueno para la soplazon. También me enseño que no hay nada mejor que las hojas de guayaba para quitarle la chuquia al conejo y que los ajos son buenos para evitar los infartos.

Mi tía Angélica me contó hace poco que a la Mamita Chabe la violaron de jovencita... el relato fue medio enredado, nada claro por eso de que a las señoras les cuesta hablar de algunos temas como el sexo... así que no me quedo claro si es que Belisario Calderón la violó o algún otro miserable... el cuento de la Tía Angélica es que por esto no se caso con Belisario cuando se embarazo de mi madre, su única hija... imagino a la Mamita Chabe y a su hermana 6 años mayor, huerfanitas y solas, desamparadas en aquellos tiempos de principios de siglo XX, sin apoyo moral ni económico de nadie, tratando de sobrevivir de la venta de tortillas y café tostado y molido... imagino lo difícil que habrá sido para ellas, y lo fácil para los hombres aprovecharse de una situación como esta. Para mi madre es inaceptable que Belisario Calderón la haya violado... este es el típico caso de la hija que a necesitado hacerse una imagen benigna del padre que nunca tubo...

La Mamita Chabe fue comerciante... recuerdo que alguna vez me contó que para ir por mercadería a San Salvador el viaje era largo, se hacia en carreta y el río Lempa se atravesaba en un ferry. Hasta 1982, de camino a Costa Rica me entere que estuvo casada y que nunca se divorcio... gran sorpresa me lleve cuando a la hora de chequear la llamaron María Isabel de Jiménez.... durante el vuelo me contó la historia: su marido, Fidencio Jiménez la engaño con su mejor amiga, la señora que destazaba en el pueblo... ella había escuchado los rumores, y fue a comprobarlo un día... se sentó en una piedra a esperar que saliera de la casa de la amiga, y allí comprobó que los rumores eran ciertos... me dijo que ese día entendió porque la amiga le regalaba la mejor carne del destace... tenia su genio la abuela María Isabel... nunca le perdono la traición al tal Fidencio, a pesar que la busco y le pidió perdón por años, la ultima vez el día en que se caso su hija, mi madre, en 1951.

Creo que la Mamita Chabe llego a querer a Manuel Baires, y se que sufrió cuando murió y yo llegue viuda y embarazada a Heredia... a pesar que en una ocasión le retiro de la mesa el plato de comida recién servido que yo le había preparado a Manuel... ella cuido de mis hijos, primero de Manuel Francisco y después de Rodrigo, mientras yo iba a la Universidad... cuando en febrero de 1976 nació Gabriel, se le hizo un trío de niños por cuidar... siempre prefirió a Gabriel, y esto se hacia obvio... para Manuel Francisco no era importante, pero parecía serlo para Rodrigo, quien se quejada a veces de las preferencia... en una ocasión la abuela le dio cacahuates a Gabriel y les dijo a los otros dos niños que para ellos no había... la verdad es que no nos llevamos bien la abuela y yo... hasta he llegado a pensar que se dejo morir el 1 de diciembre de 1985, solo por molestarme a mi... en una ocasión yo tenia un examen parcial en día domingo, lo recuerdo bien, era de psicología y en el auditorium de la Facultad de Economía, me acuerdo porque paso una situación inesperada y terrible ese día, pero bien, otro día cuento esa historia… la mamita Chabe no me dejaba salir de la casa de la Universitaria porque en su cabeza no cabía que hubieran exámenes en domingo, si las escuelas no trabajan los domingos, tampoco las universidades… me tuve que salir por la fuerza, ya no recuerdo si saltándome la pared que del tendedero daba al jardín exterior de la casa, pero si recuerdo que le dio tal patatús a la abuela o sea que hizo tal berrinche que cayo ahí en el suelo y se fracturo una mano… a mi regreso de la universidad me encontré con la novedad que Roberto la había llevado al hospital y estaba enyesada…

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